En América Latina, las empresas familiares constituyen una columna vertebral del tejido empresarial. No obstante, pese a su relevancia económica y social, enfrentan una vulnerabilidad importante: más del 70% no sobreviven a la segunda generación y apenas el 15% llegan a la tercera.
Esta fragilidad no responde a debilidades operativas o financieras, sino a una ausencia estructural en su gobernanza interna, agravada cuando las relaciones familiares se sobreponen sin un protocolo claro que organice el mando, los vínculos y la continuidad.
La gobernanza en este tipo de empresas exige el equilibrio entre lo emocional y lo estratégico. No se trata únicamente de dirigir una organización con eficiencia, sino de navegar los vínculos afectivos, los legados, las expectativas intergeneracionales y las lealtades no siempre compatibles con la lógica empresarial.
Cuando no existe un protocolo que regule estos ámbitos, las decisiones se tornan erráticas, los liderazgos se confunden, los conflictos se intensifican y el futuro de la empresa se diluye en la ambigüedad.
Ante este panorama, el enfoque basado en cuatro prioridades fundamentales estructura la sostenibilidad de la empresa familiar: la continuidad, la comunidad, las conexiones y el comando, las llamadas «4 C».
Cada una encierra una promesa estratégica, pero también un riesgo implícito si no se gestiona mediante un protocolo sólido.
La continuidad garantiza una visión a largo plazo y preserva el legado, pero puede verse comprometida por una sucesión mal planificada o por la resistencia al cambio.
La comunidad refuerza el sentido de pertenencia y cohesión, aunque puede derivar en exclusión o conflictos si no se manejan las diferencias generacionales.
Las conexiones con el entorno, clientes y aliados potencian la reputación y la adaptabilidad, pero sin regulación, pueden transformarse en aislamiento o pérdida de escucha activa.
Finalmente, el comando encarna el liderazgo y la autoridad, cuyo impacto depende de la preparación y legitimidad, evitando el riesgo de decisiones autoritarias o nepotismo.
Acertum, como firma especializada en protocolos de gobernanza familiar, es en un socio estratégico que facilita la institucionalización de estas cuatro dimensiones. Un protocolo familiar bien diseñado permite definir los roles entre familia, empresa y propiedad; establecer mecanismos claros de sucesión y formación de líderes; normar la toma de decisiones y resolver conflictos con criterios objetivos; fortalecer la cultura compartida; y, sobre todo, integrar prácticas alineadas con estándares ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), cada vez más exigidos por los mercados y las inversiones responsables.
La evidencia es contundente. La falta de gobernanza afecta directamente el desempeño organizacional y la percepción ESG: se incrementan los riesgos reputacionales, se reduce la eficiencia operativa y disminuye la atracción de capital sostenible. En Ecuador, apenas tres de cada diez empresas familiares sobreviven a la segunda generación, y solo una de cada veinte alcanza la tercera. Esta afectación no solo tiene consecuencias económicas, sino también culturales, sociales y patrimoniales.
En este contexto, Acertum no ofrece soluciones genéricas. Su asesoría personalizada parte del diagnóstico profundo de las dinámicas familiares, identifica zonas de conflicto latente y diseña protocolos que no solo resuelven el presente, sino que proyectan escenarios de sostenibilidad a futuro. Desde estructuras de mando hasta códigos de valores, pasando por planes de sucesión y mecanismos de resolución de disputas, su enfoque busca profesionalizar la gestión sin desdibujar la esencia familiar, permitiendo que la empresa se consolide como comunidad estratégica, con mando legítimo, conexiones efectivas y una continuidad resiliente.


